¿Necesidad de crecer?

Siento como si una manta abrazara a mi dolor. Camino sumerguida en un tedioso deseo por ganarme la libertad condicional. Nunca fui dueña de mis errores porque nunca los sentí como errores. Ahora el pasado me condena obligándome a cumplir una sentencia la cual no le encuentro sentido.
Si dijera que lo entiendo y lo acepto, entonces estaría bien. Pero si no fingiera ni me esforzaría por pretender, diría que nada en mi vida tiene lógica, que siento atados a la ley y la conciencia.
Me quedo despierta aún sumerguida en terrenos movedizos mientras una parte en mí desea continuar durmiendo porque todo renace distinto en mis sueños, los colores no son opacidades del mañana y las palabras no se comprometen en falsas apuestas donde lo único que importa, es perder.
Resisto en el silencio, en la cama, en la oscuridad, en la calle, en la mesa, en todos lados pero dentro mío, los roles no se toleran, se mezclan, se odian, se reprochan. Me confunden.
Se interponen en el camino voces que no tienen orígen, nacen y mueren en el acto sin dejar descendencia terrenal. Me pregunto qué dirán porque arman protestas en la puerta de mi corazón, parecen indignadas: hablan de traición y dolor. ¿Qué saben ellas? Reconocen la verdad pero entierran los actos verídicos.
Me compadece su repentina preocupación por mi malhumor, sin embargo no me entienden. Al fin y al cabo son tan solo voces, débiles y molestos pedazos de mi desilución.
Se oscurece mi rostro mientras me levanto de la cama dejando sobre ella una carta sin destinatario, sin contenido verbal: capaz alguien la encuentre alguna vez y esté capacitado para rellenarla. No es un proceso, ni un deseo no correspondido, es tan solo cansancio.
¿Cómo se dibuja una canción sobre un retazo de dolor?